La propiedad privada es la esencia de la libertad
Ron Paul
[Extraído de A Foreign Policy of Freedom]La privacidad es la esencia de la libertad. Sin ella, no pueden existir los derechos individuales. Privacidad y propiedad están entrelazadas. Si se protegieran ambas, poco habría que decir acerca de otras libertades civiles. Si la casa, iglesia o negocio propios son nuestro castillo y la privacidad de una persona, de sus papeles y efectos, está rígidamente protegida, todos los derechos deseados en una sociedad libre estarán garantizados. Proteger diligentemente el derecho a la privacidad y la propiedad garantiza la experiencia religiosa, periodística y política, así como una economía de libre mercado y una moneda fuerte. Una vez aparece una actitud descuidada con respecto a la privacidad, todos los demás derechos están en peligro.
La importancia política de Murray Rothbard
Ron Paul
Una selección de Man, Economy, and Liberty: Essays in Honor of Murray N. Rothbard, de 1988, editado por Walter Block y Llewellyn Rockwell.
Sería difícil exagerar la influencia del profesor Murray Rothbard en el movimiento en pro de la libertad y de los mercados libres. Es el gigante viviente de la economía austriaca y ha liderado el ahora formidable movimiento desde la muerte de su gran maestro, Ludwig von Mises, en 1971. Todos estamos en deuda con él por el vínculo viviente que nos ha provisto con Mises, sobre cuyo trabajo ha construido y lo ha expandido.
Pero hay muchos que son menos conscientes de la influencia política de Rothbard. Algunos dirían que, mientras que es sin lugar a dudas un excelente economista, sus esfuerzos políticos han sido menos que exitosos.
Entrevista a Ron Paul: “No intervenir en políticas de Latinoamérica”
Ron Paul
[Entrevista para el diario El Clarín de Argentina, 2012]
Es verdad que los precandidatos republicanos comparten todos su aversión por un estado federal “grande” y apoyan una estricta dieta fiscal. Hasta están de acuerdo en defender los “valores cristianos” porque no pueden darse el lujo de desilusionar a los evangélicos. Pero uno de ellos, el diputado Ron Paul, podría convertir a Estados Unidos en un país muy distinto si llega a ganar la competencia por la Casa Blanca.
Paul, médico y representante por Texas, es un libertario, es decir un seguidor de esa idea política que defiende la libertad individual, las reglas del mercado y la propiedad y propone un estado lo más chico posible. Fiel a esos principios, el diputado quiere que todos los soldados estadounidenses en el exterior vuelvan a casa, porque no tienen nada que hacer metiéndose en los asuntos de otros países.
Es verdad que los precandidatos republicanos comparten todos su aversión por un estado federal “grande” y apoyan una estricta dieta fiscal. Hasta están de acuerdo en defender los “valores cristianos” porque no pueden darse el lujo de desilusionar a los evangélicos. Pero uno de ellos, el diputado Ron Paul, podría convertir a Estados Unidos en un país muy distinto si llega a ganar la competencia por la Casa Blanca.
Paul, médico y representante por Texas, es un libertario, es decir un seguidor de esa idea política que defiende la libertad individual, las reglas del mercado y la propiedad y propone un estado lo más chico posible. Fiel a esos principios, el diputado quiere que todos los soldados estadounidenses en el exterior vuelvan a casa, porque no tienen nada que hacer metiéndose en los asuntos de otros países.
La solución económica es el anarcocapitalismo
Juan Rosell
Muchas personas al leer el título de este artículo pensaran que los duendes de la imprenta nos han gastado una nueva y divertida travesura. Relacionar la anarquía siempre conectada con la izquierda política más extrema y, por otro lado, el capitalismo puro y simple parece excesivo a la vista de cualquier observador.
Cuando de anarquía se habla parece interpretarse rápidamente como si fuera la ley de la selva, la ley del más fuerte, que cada cual haga lo que le venga en gana sin preocuparse ni poco ni mucho del resto de los ciudadanos, ni particularmente, ni en su conjunto. Hobbes mismo reconoció que en un marco anarquista la vida sería “desagradable, salvaje y corta”. A su vez entendió que casi cualquier gobierno es mejor que la ausencia de todo gobierno. El problema estriba en dónde debe trazarse la línea de un gobierno demasiado poderoso que impida la libre elección de los individuos en las muchas decisiones diarias.
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